La mayoría de la gente de mi edad, y casi toda la posterior, solo tiene en mente la Ruta de finales de los 80 y principios de los 90, la del documental de Canal+, la de PIM PAM TOMA LACASITOS y el musicote con el que llega el SUBIDÓN.
La Ruta comenzó mucho antes, al mismo tiempo que la primera movida de música valenciana se hacía patente en las calles. Al mismo tiempo que la madrileña, y la viguesa, esa movida estuvo formada por cientos de grupos que venían, al contrario que en otros lugares, de familias humildes. La pasión por la música que se vive en Valencia, donde hay una concentración elevadísima de bandas y ateneos musicales, facilitó este movimiento.
Empecé a investigar sobre grupos malditos y míticos, como Interterror, mientras daba vueltas a la creación de mi propio grupo de adolescentes en busca del éxito. Rebusqué entre cintas, vídeos de YouTube que algunos promotores de entonces han subido con ansia completista; leí varios libros de ensayo sobre el movimiento underground, a destacar ¡Bacalao! Historia oral de la música de baile en Valencia, 1980-1985, de Luis Costa, y Miles de muchachos. Una crónica oral del punk en Valencia, de Eduardo Guillot. Ni que decir tiene que hablé con muchísima gente que se había dejado la adolescencia entre Chocolate, Barraca y ACTV, por nombrar solo algunas discotecas de la época.
Creo que me tiré un año escuchando música ochentera, leyendo artículos, escuchando cómo era la época de esa primera ruta, un tanto bisoña, irreverente, llena de energía; válvula de escape de una primera generación a caballo entre el tardofranquismo y las primeras libertades. Quizá la última que pudo engañarse a sí misma pensando en que el futuro sería brillante.
El caso es que así nació Afterpunk, mezcla de nostalgia, crítica, recuperación y curiosidad, entre lo real y lo fantástico, atando esa fantasía urbana, ese realismo líquido, al mundo creado en La vieja sangre.
La mayor parte de lo que sucede en las primeras páginas del libro es un recopilatorio de anécdotas reales de grupos valencianos de la época. La idea era plantear una época y unos personajes un tanto naifs, cargados de esperanza, una ilusión creada para quebrarse y que encajara en la segunda parte, la del terror fantástico, la de los espacios liminales que tanto me gustan. Ahí es donde meto mitología romana, un pagan horror de los buenos, con las espantacriatures del folklore valenciano.
Y luego, claro, Juan Larva. Pero de él, con toda seguridad, seguiremos hablando en otra ocasión.
Disponible en: https://www.edicioneseltransbordador.com/destacados/afterpunk-p9788412726602
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