La vieja sangre, una aproximación al terror social

17/09/2023

l

Alfredo

ΥΣαδℵφΦ

Como autor siempre he apostado por disfrutar a la hora de escribir, contar historias que me hicieran sentir bien durante el proceso de narración, a veces incluso por encima del resultado final, que debería ser una obra capaz de reproducir esa sensación en los lectores. Reconozco, pues, que soy un poco hedonista a la hora de trabajar. 

Sin embargo, dentro de ese concepto de disfrute y de, por qué no decirlo, pasión por la molonidad, existe una necesidad de describir y denunciar la realidad en la que vivo. Soy incapaz de apostar por una literatura más realista, pues me aburre profundamente, así que la idea de mezclar el terror fantástico y la denuncia social era una idea que llevaba tiempo en mi cabeza.

El primer cuento que escribí en esta línea fue Cuchara de plata, que apareció en la antología Dark Fantasies. Ahí comencé a desarrollar la línea que conformó La vieja sangre: un Cabañal fantástico y decadente, con una mitología propia basada en tratos e intercambio de recuerdos, con unas normas y tradiciones únicas y una estructura social fantástica que se solapaba con la real.

Pero, ¿qué contar? No sé si conocéis el barrio del Cabañal, mi barrio y el de mi familia durante generaciones, pero siempre lo considerado un lugar fronterizo y liminal, en el que conviven turistas, ancianas, buscavidas, marineros, ladrones, tenderos, gatos, ratas y gente de cualquier estilo y condición, animados siempre por el viento de Levante y una peculiar actitud frente a la vida. 

De un tiempo a esta parte ha sufrido una tremenda degradación, seguida de una recuperación artificiosa por parte de la turistificación, generando una especie de gentrificación acelerada. ¿Qué quiere decir esto? Que junto a casitas preciosas recién reformadas puedes encontrar puntos de venta de droga, o que tras cambiar las aceras y sanear las calles todavía humeen vertederos ilegales. Justo lo que necesitaba, una realidad basada en la dicotomía, cambiante y líquida.

Así que comencé a escribir. Sobre el tráfico de drogas, sobre las chatarrerías ocultas, sobre la gentrificación, sobre la venta de preferentes a los ancianos, sobre el turismo descontrolado. Epidemias modernas a las que la vieja magia del barrio se enfrenta de diferentes maneras. 

¿Es difícil escribir terror social? Como siempre, mandar un mensaje político corre el riesgo de caer en la panfletización y el maniqueísmo, trazar una línea entre lo blanco y lo negro y hacer oídos sordos a todo lo demás. En La vieja sangre he tratado de plantear mis posiciones -sería ridículo buscar una asepsia narrativa-, usando el mayor número de sombras posibles. 

En esta antología no hay personajes buenos y malos por naturaleza, solo situaciones injustas y discutibles. Aquellos que las viven tienen en común un punto principal: quieren sobrevivir, sin importar, en ocasiones, los pactos y los olvidos que tienen que hacer para conseguirlo. Más allá de la realidad sopla el viento cargado de especias y las voces tienen el poder de las promesas hechas.

Nos vamos al mundo del trato justo. Justiprecio. 

Bienvenidos al Cabañal.

Escrito porAlfredo

Comentarios

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Blog

Entradas relacionadas

El mal escritor, mirando hacia atrás con sorna

El mal escritor, mirando hacia atrás con sorna

Durante la pandemia, como muchos otros, me senté durante horas delante del ordenador, tratando de entresacar historias, cuentos, quizá un par de novelas. Llegó un momento en que el hastío trató de engañarme, haciéndome creer que era capaz de escribir una novela...